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Frase motivadora 5

Frase 5 para la Reflexión

¿Y si sólo por hoy dejas de hacer planes…?, ¿Y si sólo por hoy dejas de preocuparte de lo que te deparará el futuro…?, ¿Y si sólo por hoy aceptas todo lo que tenga que llegar a tu vida…?, ¿Y si sólo por hoy aceptas todo lo que tenga que irse de tu vida…?

QUE ES ASMR, EXPLICACION Y PRUEBA

Nuestro cerebro es un órgano increíblemente complejo y fantástico. Hay un fenómeno físico que cada vez está cogiendo más fuerza, y que voy a intentar explicar, aunque hoy por hoy todavía no existe ninguna evidencia científica ni ningún estudio con variables de rigor, que dé una explicación a esta reacción psicofisiológica.

El ASMR, que en español significaría “Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma” (RSMA), lo experimentan algunas personas que sienten placenteros hormigueos o sensaciones de cosquilleo intenso que se inician en la cabeza, y que llegan a erizar gran parte de su cuero cabelludo y de su cuerpo, provocando sensaciones muy agradables, de calma, relax y paz intensa.

El ASMR va más allá de la sensación de “gustito” que experimentamos todos ante estímulos relajantes, como un masaje, que nos toquen el pelo, que nos maquillen, o que nos hablen bajito. Las sensaciones de un “asemerista”, que así es como se llaman a sí mismos muchas de estas personas, tienen un componente físico muy intenso, y muy parecido al que se siente segundos antes de un orgasmo, pero sin ser nada sexual. Por eso también lo han llamado en ocasiones el “orgasmo cerebral”. Aunque en realidad no tiene absolutamente nada que ver con el sexo. Lo que pasa es que se está explotando en Internet este fenómeno, y la mayoría lo suelen presentar de forma muy sensual y con videos de mujeres generalmente guapas y sexys. Pero para experimentar ASMR no es necesario inducir toda esa estimulación sensual o erótica. Todo el mundo puede “excitarse” ante videos de este tipo, y me parece genial, pero no todo el mundo puede experimentar ASMR, que va mucho más allá de una reacción de índole sexual.

La verdad es que es una sensación muy difícil de explicar, y que sólo la suele comprender quien la siente. La estadística general, señala que solamente una de cada 1000 personas experimenta este efecto de forma habitual, aunque muchas otras personas, 1 de cada 100, de forma ocasional, pueden llegar a reconocer la sensación de cosquilleo y placer que describe el fenómeno en algún momento específico. Pero por lo general, la mayoría de las personas no lo han experimentado ni lo experimentarán nunca.

Los estímulos que desencadenan estas sensaciones pueden ser muy variables, y entre los más comunes encontramos:
• Escuchar a personas susurrando o hablando suavemente.
• Experiencias espontáneas a pie de calle: gente realizando su trabajo y haciendo cosas cotidianas, como por ejemplo, envolver un regalo, fregar el suelo, alguien maquillándose…
• Observar a personas haciendo algo de forma lenta y manipulando de forma cuidadosa algunos objetos, como pintar, esculpir, peinar…
• Determinados sonidos: unas tijeras, algo rugoso, respiraciones…
• Situaciones donde otra persona hace preguntas y va tomando nota de las respuestas.
• Tener a una persona a corta distancia explicando algo y centrando su atención en lo que está haciendo.

Como decíamos antes, el ASMR, o se tiene o no se tiene, no se puede ni entrenar ni forzar. Y las personas que lo experimentan tienen sus primeros recuerdos de la sensación ya desde la infancia, con lo cual, es algo que acompaña a la persona desde siempre, y que no surge espontáneamente. Si no la tienes, no podrás experimentarla nunca.

Lo que sí podemos hacer es aprovechar, cada uno en función de su sensibilidad y su percepción, los beneficios que para todo el mundo, pueden tener determinados estímulos. Quizá no los puedas experimentar como un asemerista, pero casi seguro que no te van a dejar indiferente.

CUANDO ACUDIR A UN PSICOLOGO

Algo que mucha gente suele comentar cuando llaman por teléfono a la consulta, es que no tienen muy claro si lo que les ocurre es motivo para hacer una terapia o no.

Son muchas las personas que todavía asocian la idea de consultar a un psicólogo, con el padecimiento de graves problemas o trastornos mentales. O también se llega a pensar que lo que ocurre es que la persona es muy débil para hacer frente a sus propios problemas.

Aunque puede haber consultas de estas características, lo cierto es que las razones que mueven a la mayoría de personas a consultar a un psicólogo, no suelen ser tan drásticas, y generalmente responden a una dificultad para hacer frente, en un momento dado, a una situación personal complicada.

Y eso, es algo, que a todos nos pasa en algún momento de nuestra vida. De repente nos vemos en una situación en la que estamos más vulnerables de lo normal y nos desajusta el desempeño y la resolución de lo que está pasando.

Entre las consultas más habituales podemos encontrar las siguientes:

  • Estar experimentando una situación de agobio, estrés, ansiedad o malestar, que ya se prolonga demasiado en el tiempo. Y que por muchos esfuerzos que intentamos hacer, parece que nuestro estado no evoluciona. En este caso, una terapia puede ayudar a calmar, desactivar este estado, encontrarse mejor y aprender recursos para hacer frente a esas fuentes de estrés y de tensiones.
  • Encontrarte preocupado por una decisión complicada que necesitas tomar, y que es muy importante en tu vida. En este caso, una terapia puede ayudar a pensar de forma más objetiva, a contemplar aspectos que quizá te puedan pasar desapercibidos, y a elaborar una buena toma de decisiones.
  • Tener problemas para relacionarte con los demás. En este caso, una terapia puede ayudar a mejorar tu repertorio de habilidades sociales y conocer mejor el funcionamiento de las relaciones interpersonales.
  • Experimentar un cansancio extremo que no te permite llevar una vida normal y desempeñar tus actividades diarias. En este caso, una terapia puede ayudar a identificar mejor esas fuentes de cansancio y organizar tus recursos para ir paliando sus efectos.
  • Tener un enfoque demasiado negativo y pesimista de la vida, y estar constantemente sufriendo y deprimido por esta causa. En este caso, una terapia puede ayudarte a modificar tu pensamiento y tu enfoque general, para que tengas un discurso mucho más optimista, motivador y positivo en tu cabeza que te ayude a ver y sentir las cosas de otro modo.
  • Estar atravesando problemas de pareja o sentimentales, como discusiones frecuentes, falta de comunicación, dificultades sexuales. En estos casos, una terapia dispone de muchas herramientas para trabajar en pareja y ayudaros a encontrar un mejor equilibrio dentro de la relación.

Y entre las consultas quizá menos solicitadas, pero también bastante normales, encontramos por ejemplo:

  • Ayuda para superar una ruptura sentimental.
  • Conseguir hacer frente de manera más adecuada a la pérdida de un ser querido.
  • Superar una fobia o temor recurrente o incapacitante: hablar en público, fobias sociales, temor a lugares cerrados, subterráneos o muy pequeños, etc.
  • Pensamientos de suicidio y falta de ganas de vivir.

Recurrir a un psicólogo no implica necesariamente tener que iniciar un proceso terapéutico largo. A veces, sólo basta con poder entender mejor lo que te ocurre y saber qué hacer. Hay muchas personas que sólo necesitan la ayuda de un psicólogo para aclarar esta primera cuestión, y después, tienen suficientes recursos por sí mismos para resolver lo que está ocurriendo.

Y luego hay otras personas que, por diferentes motivos, van a necesitar una intervención un poco más larga, y una ayuda mucho más específica. Aunque esto también es muy variable y va a depender de varios factores. Por ejemplo:

  • La gravedad del problema.
  • El tiempo que llevas sintiéndote así.
  • La implicación que tengas en su resolución.
  • Tus propios recursos personales.

Así que no lo dudes, si estás atravesando alguna de las situaciones que acabo de comentar, mi recomendación es que consultes con un profesional y que te explique lo que puede hacer por ti.

Por ejemplo, en mi caso, esta primera sesión siempre es gratuita, porque tiene la intención de ayudar a despejar todas estas dudas, y conocer, directamente del profesional, su modo de trabajo y el proceso habitual que suele llevar una terapia.

Un buen diagnóstico de tu situación, y a tiempo, puede ahorrarte mucho malestar.